El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

lunes, 27 de junio de 2011

Cambios en una semana difícil

Semana compleja la que termina. He visto morir a una mujer buena donde las haya. He vuelto a comprobar lo puta que es la vida. He visto sufrimiento. He visto dolor. He visto a mucha gente llorar y he llorado yo mismo. He visto... Con tanta cosa negativa, siempre acabo pensando si esto del deporte y de mis neuras triatléticas no son un capricho, una especie de exacerbado complejo de Peter Pan que da esquinazo a las cosas verdaderamente importantes de la vida. No es la primera vez que lo pienso y, como otras veces, vuelvo a reafirmarme: el deporte ayuda a soportar el dolor y a disfrutar más de las alegrías; el deporte, para quienes lo practicamos con regularidad, no es una frivolidad, es parte de lo que somos y nos ayuda a ser mejores, tanto en lo bueno como en lo malo.
Explicado eso, más cambios: dentro de unos pocos días, dejaré Almería y me instalaré en la sierra de Madrid a pasar el verano -vienen cambios en los entrenamientos, algunos positivos (entrenar en altura, circuitos estupendos para correr), otros no tanto (falta de una piscina en condiciones, tráfico brutal en las carreteras). Más cambios todavía: en estos últimos días he pasado de ser aspirante a triatleta a ser aprendiz de triatleta. Es casi lo mismo pero, no nos engañemos, hay muchos matices diferentes en ambas definiciones. La verdad es que, como he repetido varias veces en los últimos días (ya sabéis lo pesado que soy y lo que repito las cosas), lo bueno empieza ahora. Lo bueno consiste en  seguir entrenando seriamente la bici, el agua; seguir manteniéndome en carrera a pie. Lo bueno consiste en, claro está, llegar al fin del mundo, como reza el título de este blog, porque lo de Almería ya está conseguido. Me intriga mucho lo que pasará a partir de ahora en ese camino que me lleve al fin del mundo; lo que tengo claro es que quiero seguir con esto y que la historia del triatlón, más que un objetivo es, precisamente, ese camino; si hace un par de semanas decía que el sprint del domingo pasado sería la prueba de fuego que me diría si estaba instalado en un capricho pasajero o en un cambio hacia un estilo de vida muy concreto, ahora lo tengo claro. Quiero seguir con esto. Quiero hacer otro sprint lo antes posible. Quiero preparar un olímpico a corto plazo también. Los proyectos a medio o largo plazo, de momento, me los callo por más que sean evidentes. Me ilusiona el proyecto. No me da miedo. Y si hay algo que me intimida en todo esto, miro las fotos del tri de Almería y me tranquilizo.Miro la foto esta de aquí abajo y me digo: tú tranquilo, que tú puedes.

martes, 21 de junio de 2011

IV Triatlón Ciudad de Almería: la crónica de una confirmación

Escribir la crónica de un primer triatlón en un blog que lleva por nombre Triatloneando es harto difícil. Tantos meses llevando el dichoso nombrecito del blog a cuestas, tantos meses acarreando dudas, tantos meses mejorando la natación, imaginándome en las más peregrinas situaciones al salir del agua o al montar en bici o al abandonar por cualquier circunstancia; tantos meses de elucubrar para acabar así, escribiendo la crónica de mi primer triatlón. Por fin, mi primer triatlón. Desde ayer domingo a la 1.10 de la tarde, hora peninsular y aproximada, llevo en un estado de euforia postcompetición que no sé si tiene demasiada explicación: si uno se siente así al acabar un sprint en 1h11'14'', ¿qué no sentirá al acabar un Ironman? De todos modos, quienes me habéis tratado y/o leído en los últimos meses sabréis cuánto significaba esto para mi proyecto deportivo. Así que este es el resumen: tanto marear la perdiz durante tantos meses para luego acabar disfrutando como un chiquillo con una bolsa de caramelos. Y es que, independientemente del tiempo, que como punto de partida de mi historial en triatlón tampoco es demasiado malo, el disfrute y la satisfacción que ayer experimenté al terminar todo, se quedan fuera de lo que puedo describir aquí. Tendréis que hacer caso a los testigos presenciales que aseguran que mi cara era un poema ilustrador de lo que la alegría y la satisfacción pueden hacer por una cara... Y si ese es el resumen de mis sentimientos de euforia, aquí comenzaría la crónica:

Entrando en boxes: tierra de nadie
Ni más ni menos que entrando en boxes. Podría contar todo lo que me pasó por la cabeza el sábado por la tarde, la recogida del dorsal, la charla técnica donde conocí a algunos de los miembros de Cualquiera puede hacerlo, las consultas compulsivas para conocer la predicción de viento, la visita nocturna al paseo marítimo para comprobar in situ la mala leche del oleaje de poniente... Pero no, mejor empezar aquí: la entrada en boxes en un triatlón, mucho más si es el primero, es como la situación liminar en un rito de paso. No estás ni en un lado ni en otro, ni en el bien (el éxito) ni en el mal (el pinchazo posible); no eres runner, ni ciclista ni nadador; ni tampoco finisher ni tan siquiera tú mismo; eso de tener que organizar tus cosas en soledad, colgar tu bici, colocar tus zapas, tu casco y tus gafas en esa tierra de nadie donde sólo los triatletas tienen permitida la entrada, impone. Impone tanto que esta podría ser una imagen que recuerda al marrano entrando en el matadero, también podría ser una imagen mucho más épica y heróica. Quedémonos con esta última versión, mucho más elegante: el aspirante a héroe entrando, con sus armas, en tierra de nadie...

Triatletas al agua!
A riesgo de saltarme muchos minutos interesantes, muchas conversaciones, muchas manos de crema protectora, muchos nervios (y muchas dudas sobre las posibilidades de usar neopreno) e incluso saltándome la salida y llegada del triatlón super sprint, me paso a la segunda foto. Entre ese laberinto imposible de brazos y piernas que nadan o lo intentan, debía estar yo. Un laberinto de piernas y brazos, neoprenos y monos de triatlón, gafas y gorros de natación que, a mi amiga Carmen, le recuerdan a una mezcla de delfines y gaviotas. Bonita imagen para este momento en que acababa de sonar el bocinazo de salida; y lo que recuerdo de esta temida parte (el Agua, ese monstruo que en mis agobios particulares siempre estaba ahí para provocar mi fracaso en el triatlón) es que se hizo mucho más fácil de lo que pensaba. Fácil e incluso disfrutable, si obviamos la manta de palos, manotazos y patadas que se pueden recibir a lo largo de 750 metros. Pero bueno, nada importan los golpes si de momento ves la enorme masa de la primera boya; nada importan las patadas cuando, para tu sorpresa, ves la segunda boya mucho antes de lo que esperas... Ligera maniobra para esquivar el último espigón y, sorpresa de las sorpresas, nos plantamos en la playa.

Saliendo del agua: no me lo creo
Y plantarse en la  playa es plantarse en esta impagable tercera foto. No me lo creo, no puedo creerme ese gesto tan natural para salir del agua y, simultáneamente, agarrarme el tirador de la cremallera del neopreno. Tanto darle vueltas a esto del triatlón, tanta lectura, tanta página de internet, para, al final, darme cuenta de que estamos diseñados genéticamente para participar en un triatlón, para ponernos un neopreno, para hacer una transición. Y ahí que estamos, en mi primera T1, me voy para boxes, me quito mal que bien el neopreno, me pongo el casco, me pongo las zapas, agarro la bici y a rodar se ha dicho. Calor, mucho calor (a quién se le ocurriría la feliz idea de poner un triatlón a esta hora tan mala, 12 del mediodía). Calor y más calor y viento de levante. Primera vuelta al circuito: sin coches en la carretera, sin semáforos es fácil poner la media en 32 km/h. Claro que los que ya vienen de vuelta deben de ir, fácilmente, a 38 km/h o más. Da vértigo verlos. Da vértigo pensar que yo todavía freno en las rotondas... 
Esa conducción prudente: gracias, Carlos
Segunda vuelta al circuito; he ido casi todo el tiempo solo, sin chupar rueda, sin ir en ningún grupo mágico. Sensaciones que, sin duda, tendré que experimentar en futuros triatlones. Termina el sector bici y así nos encajamos en la siguiente foto.

Entrando en T2 casi en plan pro
Me gusta esta foto. La miro y me asombro; volvemos a lo de antes: parece que las transiciones hubieran sido una asignatura del cole o del instituto. Ahí voy yo, bici en mano, entrando en la T2 y encaminándome a la hora de la verdad. La carrera a pie es mi territorio y lo más difícil ya lo tengo hecho. Lo más difícil ha pasado ya. O no; es casi la una del mediodía, un día de levante veraniego y con unos 29 grados. Tremenda la tesitura. ¿Podré correr como yo quiero? Cuelgo la bici, me pongo las otras zapas, me quito el casco y me pongo a ello. A correr. Tonto el último. Pero, estas piernas no las reconozco como mías. Qué sed. Qué calor. Cómo deslumbra el pavimento del paseo marítimo. Cojo dos botellas en el avituallamiento; me echo una por encima y bebo de la otra. Intento coger ritmo. Sensaciones horrorosas. Esto pinta regular nada más. Me doy cuenta de que, con el agua, se me ha roto el dorsal que se empieza a salir del cinturón porta dorsales. Tanto invento, tanto invento, y al final... donde estén los alfileres... Me agobia correr así: me da por pensar que voy a perder el dorsal y me van a descalificar. Juas juas. Tendría gracia, ¿no? La cosa es que poco a poco voy cogiendo ritmo; lo intento por lo menos; me anima mucha gente; gente que conozco, gente que reconozco, gente que oigo y que no sé quiénes son. Intento concentrarme en lo mío. El ritmo, ritmo, ritmo de tantas carreras a pie. Lo malo es que cada 30 segundos me tengo que echar mano al dorsal; vaya posición tan poco cómoda para correr, ¿no? Supongo que parece que me ha dado flato...

Mi buff y yo, a toda mecha
Terminamos... Vamos entrando en meta. Pero no quiero poner la típica foto de meta -me gusta esta porque resume mi vida deportiva: soy yo corriendo con mi buff, el de todas las carreras; soy yo, con el mar al fondo y dejando atrás el arco de salida del sector natación que aparece también al fondo. Soy yo, intentando ir a toda mecha hacia adelante. No sale en la foto la bicicleta: ahí también hay un significado oculto. No hay duda de que me hace falta meter muchas horas de bici para progresar en esto; la prueba está en los parciales de este mi primer triatlón:
Tiempo total: 1h 11'14'', puesto 165 y 25 de mi categoría
Natación: 14'57'', promedio de 1'59'' x 100m, entro el 191
Bicicleta: 37'20'', promedio de 32,14 km/h, entro el 208 del parcial bicicleta, me pongo el 203 en el parcial natación+bicicleta (pierdo12 puestos)
Carrera: 18'57'', promedio de 3'47'' x km, entro el 56 del parcial de carrera, el 165 de la prueba (gano 38 puestos)
Como se puede ver, contra todos mis pronósticos, no fue la natación lo peor. En la bicicleta me fue aun peor, perdiendo 12 puestos sobre el parcial del agua. Luego, con la carrera recupero 38 puestos. Por algo este es el blog de un runner convencido y aspirante a triatleta. Por algo sigo siendo fiel al buff... Me quedan muchas horas de sillín para continuar con este proyecto que acaba de empezar. Aquí lo dejamos por hoy. Gracias a Marisol, Simón y Carlos por las fotos. Gracias a quienes hayáis leído este relato de la ceremonia de mi rito de paso, mi confirmación como triatleta. Ya era hora!

sábado, 18 de junio de 2011

A punto: entrando en pista

Ilusión. Dudas. Nervios. Previsión meteorológica. Checklists. Ganas. Sensación de pasar página. Llave. Cerradura. Puerta para poder pasar a mayores. Día de descanso. Semana de descarga. Preparación de material. Asignación de dorsal. Agua por encima o por debajo de 22ºC. Neopreno. No neopreno. Día previo. Flashbacks de muchos meses pensando en el día de mañana. La excitación de lo que se hace por primera vez. La excitación de la página en blanco. El cuaderno a punto de estrenarse...
En fin. Que estamos entrando en pista para el aterrizaje. Tras una semana de semidescanso, con un rodaje largo en bici (81 kms), dos sesiones de natación (una de técnica y series en piscina, y una en el mar) y un gustosísimo rodaje rápido a pie anoche, llega el día D -mañana justo a estas horas estaré oyendo algo así como 'Triatletas al agua!". Pistoletazo y a nadar. Rumbo a lo semidesconocido.

miércoles, 15 de junio de 2011

Sensaciones

En el deporte se habla mucho de tener buenas o malas sensaciones. También de entrenar por sensaciones. No se suele hablar mucho de otro tipo de sensaciones, me refiero a las que tienen que ver con los sentidos -a las vibraciones, generalmente positivas, que nos produce la práctica deportiva. Sí se habla de la generación de endorfinas y temas así, pero pocas veces de que la práctica del deporte va casi siempre unida a un cúmulo de estímulos sensoriales. Que si el viento en la cara. Que si el rumor del mar. Que si las puestas de sol. Que si el sabor salado del mar. Que si el olor a tomillo en la sierra o a puro salitre cuando corremos al lado del Mediterráneo. En fin, que hoy la entrada va en plan místico-estético. Porque, supongo que os pasará a la mayoría, pero para mí, las sesiones de entrenamiento suelen tener un componente sensorial y estético que es parte del atractivo que le encuentro a toda esta película. Disfrutar con los sentidos y con la mente es sólo una de las caras de la moneda, pero, a falta de 4 días para el Tri de Almería, me olvido de otras sensaciones (las que me provocan los nervios ante dicho evento) y me centro en estas tan estéticas y tan místicas...
Ayer tocó doblar. A medio día, 1800 metros en mar, con una mini incursión a mar abierto en el que el poderío de la naturaleza, el mar, con una ligerísima mar rizada con brisa de SW, me produjo sensaciones encontradas. Por un lado, la sensación de poder dominar ese pedazo de extensión de agua. La sensación de nadar bien, la sensación de avanzar e ir hacia donde uno quiere. Por el otro, la sensación de sentirse uno totalmente insignificante ante tal inmensidad. Euforia con un toque de agobio, todo de la mano.Nadar en el mar es, entre otras cosas, apreciar lo poco que somos en este tinglao que llamamos Tierra.
Por la tarde, rodaje en bici -por cierto, qué diferente es salir acompañado con la bicicleta: se hace todo más corto y ameno. 81 kms hasta la Fabriquilla, en Cabo de Gata; sensaciones estéticas extremas: el campo del Cabo en lo que queda de primavera, el mar de un exuberante azul, las pitas, el color de la tierra oscura de la zona, las salinas y los flamencos. Los flamencos, cómo no, deseándome suerte para el domingo.

lunes, 13 de junio de 2011

Última semana de carga antes del día D

Noche de domingo. Para más señas, noche de un domingo muy completo: esta mañana he nadado unos 1000 metros en el mar (un mar plácido, plato total, en que me han salido esos 1000 metros largos a 22'40'', nada mal); luego he hecho más de 37 kms con la bici, sorteando domingueros y brisas de poniente;  y, como guinda, esta tarde he corrido 8 kms a ritmo vivo. También he corregido exámenes y he comido -lo de comer lo pongo porque el hambre que da hacer tres sesiones de actividad física en un mismo día no se puede ni intentar describir con palabras, pero he pensado que de alguna manera tenía que mencionar el asunto 'comida'. Sí: he comido un montón.Y es que, para hacer deporte, hay que comer -eso parece que se le escapa a mucha gente, pero dejaré el tema aquí porque como empiece con el tema de la nutrición capaz soy de prepararme una segunda cena...
Bueno, así las cosas, hoy ha terminado la última semana de carga antes de mi estreno oficial del domingo que viene. Aquí va un resumen de lo que he hecho en los últimos siete días:

Total: 9 horas 51'  para 11 sesiones de entrenamiento
Swim: 6700 metros, en 4 sesiones
Bike: 75 kms en 2 sesiones, intentando trabajar cadencia y subir un poco la velocidad
Run: 48 kms en 5 sesiones, nada especialmente reseñable, algún ritmo interesante con sensaciones cómodas

Como se puede ver, sigo pecando de mucha carrera a pie y de poca bicicleta; pero bueno, eso es lo que ha pasado esta semana y así se lo hemos contado. Mañana, para empezar a afrontar la semana S con calma y buenas piernas, me merezco un descanso -vamos, creo yo.

viernes, 10 de junio de 2011

Triatlón, pájaros en la cabeza y un Ironman en NYC: el cuento de la lechera en versión deportiva

El miércoles, la socorrista de la piscina de la UAL me comentó que estaba segura de que el Tri de Almería me saldría bien porque soy un tío con cabeza. Pues no sé, cabeza sí debo tener, si no, sería imposible albergar la cantidad de pájaros que revolotean en ella últimamente. Y es que en las últimas semanas he dado con una de las piedras filosofales del triatlón: el triatlón es un deporte de proyectos; más que un deporte, es un proyecto de vida en sí mismo. Hacer triatllón es mantenerse en permanente mejora; salvo casos contados de pros, la mayoría de gente que hace triatlón proviene de uno de los tres deportes y pasa años mejorando en los otros dos. Esa es, a grandes rasgos, mi impresión y fotografía del panorama. Claro, también hay casos excepcionales como el mío: un tío que se tira casi dos años para decidirse a hacer un triatlón, con la ingenua esperanza de que es posible inscribirse cuando eres perfecto en los tres sectores. Por fin me he dado cuenta del error y de la cantidad de tiempo que he perdido... Ahora lo que quiero es que llegue el día 19, hacer el sprint, terminarlo con cabeza. Y continuar hacia delante con el proyecto... Ahí es donde entran los pájaros. Como acabo de decir, me he convencido de que, en este deporte, no se puede esperar a ser perfecto para tener proyectos de futuro -son más bien los proyectos de futuro, los triatlones que llegues a realizar (mejor o peor), los que te harán medio perfecto. Y estos son los proyectos de fututo que este todavía aspirante a triatleta oficial quiere hacer: bueno, sin duda la progresión lógica es hacer un Olímpico, y desde hace tiempo, sin saberlo del todo, me encapriché de dos: o bien el Triatlón de Londres o el Nautica de NYC. La alternativa de Londres puede ser una opción estupenda para el verano de 2012. Claro que, después de un Olímpico, lo suyo sería progresar hacia un Medio Ironman: por los tintes míticos que destila la prueba, no estaría mal hacer el Titán de la Sierra de Cádiz. Y claro, estaría de lujo poder hacer eso en una fecha tan temprana como el otoño de 2012... Todo dependerá, claro, del día 19 y del otoño cañero que pretendo pegarme este año. Por lo demás, la evolución de los pájaros de mi cabeza continuaría, lógicamente hacia un Ironman: y claro, una de las noticias triatléticas de la semana ha sido la organización, para agosto de 2012, del primer Ironman en la Ciudad de Nueva York. Lástima que sea demasiado pronto. Pero, ¿os imagináis lo que puede ser terminar tu primer Ironman en Riverside Park a la altura de la calle 83? Habrá decenas de personas que experimenten esa sensación en agosto del año que vien; yo no seré una de ellas; pero, si todo va bien, si sigo siendo un tío con cabeza, alguna solución habría que darle a eso del Ironman en 2013: y no será por posibilidades -Roth, Fuerteventura, toda la familia Challenge, NYC si lo siguen organizando... Bienvenidos a esta versión deportiva y moderna del cuento de la lechera. Bienvenidos a mis pájaros. Bienvenidos a mis sueños.

lunes, 6 de junio de 2011

Una semana más, una semana menos...

Pues ayer terminó otra semana. Una semana de entrenamientos que no me atrevo a llamar entrenamientos -es el problema de disfrutar tanto con esas 9 horas y pico de actividad física, no sabe uno si está entrenando o está, simplemente, disfrutando. ¿Se puede entrenar sin sufrir? Lo dudo, creo que entrenar sufriendo es la clave para la mejora. Una semana de bastante viento, mucha cerveza y el mismo error de los últimos meses, ¿cómo puedo, a dos semanas de mi primer sprint meter 5 sesiones de carrera a pie y tan sólo una de bici?
Bueno, como siempre: a lo hecho pecho. Y lo hecho en la semana que terminó ayer fue lo siguiente:

9 horas 15' para 10 sesiones
Swim: 6100 metros en 4 sesiones (3 en la piscina y 1 en el mar, con cierto oleaje, preparándome para eventualidades futuras)
Run: 52,5 kms en 5 sesiones
Bike:  44,3 kms en 1 sesión, llaneando con viento e intentando subir el promedio de velocidad (28.2 km/h esta vez)

Pues eso es todo. Lo mismo esta semana pasada no se merecía ni una entrada. O quizás sí: después de todo, esta semana que ha acabado me deja a dos semanas justitas del Tri Ciudad de Almería, poco margen de maniobra ya -otra semana de carga, en esta que empieza hoy, y la que viene a dejarme caer. Hoy: día D menos 13...

viernes, 3 de junio de 2011

Entrenando el agua

Si tuviera que echar cuentas de las horas que le he echado a la natación desde que empecé a querer triatlonear, se me rompería la calculadora. Han sido años de progresos, de ánimo, de desánimo, de estancamiento, de ver la luz, de no ver nada claro. Vaya combinación. Desde hace unos meses me estoy tomando lo de la técnica por fin en serio. Con ayuda de mi monitor, he pasado de parecer un pingüino mareado a parecer un simple pingüino. Al parecer, en su opinión, en la técnica he hecho unos progresos tremendos y lo que me queda por mejorar es imprimir más fuerza a la brazada en el tirón de la fase acuática. Muy fácil de decir y muy difícil de hacer. En todo caso, viendo las cosas fríamente, me noto mucho más fluido en el agua, con días o ratos en que deslizo y me sorpendo incluso cogiendo agua. También he bajado el número de brazadas por largo. Sin embargo, aunque noto que he subido un escalón en esto de la natación, me vuelvo a notar un poco estancado en cuanto a tiempos. Pero bueno, nadie dijo que aprender a nadar bien fuera a ser fácil...
Hoy he tenido un entrenamiento bastante interesante. Sobre todo porque he decidido montarme yo mi propia tabla de entrenamiento (mi monitor me mandó una tabla en la que tenía que hacer remadas con el churro en plan caballito de feria y, ante semejante perspectiva, decidí cambiar cosas y, ya se sabe, quien empieza a cambiar una cosa cambia otra y luego otra....). Bueno, la sesión ha sido esta:

100 metros normales, calentamiento
750 metros alternando 100 metros normal y 100 metros rápido 
300 metros con aletas
100 metros piernas, con aletas y tabla
300 metros palas
100 metros rápido
200 metros punto muerto (25 brazo izquierdo, 25 brazo derecho, 50 ambos brazos x 2)
100 metros rápido
20x3 triceps + estiramientos

En total, 1950 metros. Buenas sensaciones, tantas que estoy escribiendo sobre ello -¿quién me lo iba a decir a mí hace unos meses? Yo, escribiendo sobre una sesión estructurada de piscina con técnica incluida. La foto de arriba es un homenaje a mis instrumentos de mejora en el agua... 
Hablando de otra cosa: terminó mayo con unos números interesantes:
37 horas totales de entrenamiento
25350 metros de agua
198 kms de bici
187 kms de carrera a pie
....Y quedan 16 días para el Tri Ciudad de Almería... Ahí nos quedamos hoy.